miércoles, 4 de abril de 2018

¿Qué le pasó al anime? Versión Enero — Abril del 2018



Breve introducción sobre el anime y lo más relevante en décadas

     Las series animadas provenientes de Japón, hoy día son mundialmente conocidas por la palabra “anime”, una sustracción con modismo nipón del vocablo ingles animation, aunque no queda claro del todo si es verdad tal mito, en realidad es lo que menos importa. Tampoco queda claro cuál es el año en que comenzó el anime a circular por la tv japonesa, sin embargo su auge empezaría a mediados del año 1960, aparecieron series como Mach GoGoGo, título que en español se tradujo a Meteoro, Jungle Taitei, que al español pasó a llamarse Kimba, el León Blanco. A pocos años de transmitirse en tierra nipona, ambas animaciones pasaron a ser una carta de presentación para la tv internacional y principalmente con rumbo a la audiencia infantil. 

     Durante la década de 1970, comenzaría la oleada de animación inspirada en novelas europeas, y también historias originales. Series como Heidi, Marco, Remi, Gatchaman, Mobile Suit Gundam, Mazinger Z, Lupin III y Capitán Harlock, comenzarían a ofrecer tramas que sobresalen del resto de las animaciones norteamericanas, exhibiendo problemáticas profundas, momentos intensos que algunas veces pudieron llegar a provocar llanto, debido a la empatía que el personaje provocaba en el televidente, principalmente en el infantil pero también en adolescentes y adultos, quienes muy probablemente comenzaron a percibir que la animación japonesa, no era solo para mantener entretenidos y divertidos a los niños, sino que los hacía pensar sobre cuestiones de la vida como lo es la muerte de un ser querido, la soledad o bien en el adiós.

     La década de 1980 estuvo plagada de animaciones niponas llenas de acción, comedia, suspenso, drama, intensidad al por mayor y por supuesto, muertes. Comenzaría a transmitirse una serie icónica a nivel internacional como Dragon Ball, otras como Thunderbirds, Robots Ninja, La Princesa de los Mil Años, The Super Dimension Fortress Macross y Hola, Sandybell pasarían también a la posteridad en la memoria de muchos. 

     No sería hasta la década de 1990, y para ser exacto a mediados de los 90, que el anime sufriría una evolución jamás antes vista, aunque ya había series con mucho drama, suspenso de lo más intenso, daría inicio la incursión de temas con trasfondos psicológicos, donde comenzaríamos a ver traumas muy definidos en los personajes, trastornos emocionales y enfermedades psicológicas como la demencia y graves problemas de depresión, ocasionando verdaderos momentos de estrés para el televidente. La serie que abrió esta puerta fue sin duda Neon Genesis Evangelion, mostrándonos personajes que sufrían y en parte se negaban a su destino, provocando graves conflictos de identidad e interacción con el resto de los personajes, un solo personaje disonaba por completo del resto, como si se tratara de un genuino conflicto interno y también externo, no solo con los demás personajes y su destino, también con el propio televidente, que en lugar de generar empatía, generó desagrado e intolerancia. Ya nada volvería a ser igual tras la transmisión de Evangelion a nivel internacional en el mundo de la animación japonesa, generando un mayor pensamiento crítico del televidente hacía una serie animada, algo que no muchos logran comprender ni asimilar hasta el punto de ridiculizarlo.


¿Qué le pasó hoy día al anime?

     Honestamente les digo que las series anime ya no son lo que algunas vez fueron, llenas de propuestas interesantes con trasfondos psicológicos, políticos y morales, pero está bien, es posible comprender que el entretenimiento no tiene la obligación de educar ni fomentar algún tipo de valor, el entretenimiento solo tiene una misión como su propia palabra lo define: entretener, y se trata de entretener al público que consume anime. Es bien sabido que gran parte de las series que no han sido televisadas a nivel internacional, cuentan con un sentido nacionalista japonés, es decir, el desarrollo de la trama de una serie anime siempre girará en torno al entendimiento del japonés promedio consumidor de series animadas, agregando connotaciones, modismos, humor y ubicaciones en mayor parte niponas. Ello no significa nada malo al tratarse de un producto desarrollado en Japón, diseñado por completo por y para japoneses, que en algunos casos logra trascender a las costumbres nacionales, llegando a ser comprendido sin problema alguno a nivel internacional, pareciendo que algunas veces lo hacen sin querer o bien a propósito. Aún con todo lo antes explicado, tal parece que las series realizadas desde 2014 han perdido un poco de esas propuestas de entretenimiento con trasfondos profundos, o ya ni si quiera profundos, bien planteados, con el suficiente sentido para mantener entretenido al público, al menos eso pasa conmigo desde la fecha que mencioné.

     Actualmente las series anime que aparecen en los streamings de paga y del que circula para su descarga gratuita, ósea en el “mercado alternativo” parece estar inundado por series con poco interés por generar una expectación mayor, simplemente parecerían buscar cubrir una cuota, la cual exige una carga tremenda de erotismo sin sentido, cuerpos voluptuosos en los diseños femeninos y situaciones de connotación sexual que les aseguro ya dejaron de ser graciosas. No les voy a mentir, los diseños de personajes, escenarios y efectos especiales han mejorado bastante desde la llegada de la alta definición como del Blu-Ray, donde las animaciones llegan a ser pulidas en todo lo antes mencionado. Sin embargo esto no basta para que lo visual supere a lo central, que es la trama, la historia que da pie al desarrollo de las situaciones que involucraran a todos los personajes en una comedia, drama, acción o terror.

     El consumismo de anime se arraiga a nivel internacional en determinado tipo de personas que solo consumen anime, por el simple hecho de ser anime, algo que daña por completo a la industria animada japonesa, pero no señalemos con dedo flamígero a la industria, también a los consumidores, aquellos que piden poco en trama y exigen mucho en diseño. Hoy día el anime a comparación de los que muchos pueden pensar, está hecho para ser consumido a nivel internacional, sé que puedo contradecirme con lo dicho párrafos atrás, pero lo cierto es que ya no parece que algunas series estén orientadas para los japoneses y para la proyección internacional, llegando a ser un producto ramplón y sin sentido alguno.


¿Podría mejorar la situación con el anime?

     Actualmente los sitios de streaming como Netflix están produciendo anime de manera original, es decir, podría existir una puerta con un mar de nuevas propuestas, tal vez algunas muy buenas que jamás hayamos visto ni si quiera en las mejores décadas del anime, sin embargo no aporta ninguna garantía de que ello suceda, no al menos hasta el presente año 2018. El consumismo de anime con mala calidad continuara en conjunto a las malas producciones realizadas por la propia industria, mientras la oferta y demanda sean cuantiosas, generando buenos ingresos para la propia industria como también los malos gustos del consumidor exijan más material simple que les entretenga un rato.


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